Entrevista
El color con el que se pinta Colombia
Conversaciones con el pintor Antonio Patiño Santa
Por: Lucia Patiño
Los colores de Colombia empezaron a quedar plasmados en el papel a finales del S. XVIII cuando, en el marco la Real Expedición Botánica, José Celestino Mutis junto a sus aprendices de dibujo botánico Salvador Rizo y Javier Matís elaboraron las fórmulas cromáticas para pintar todas las láminas que hicieron parte del inventario de la naturaleza del Virreinato de Nueva Granada. Los colores para pitar estas láminas fueron extraídos de las mismas plantas en estudio y Salvador Rizo se encargó de escribir una memoria, titulada «Experimentos prácticos para la miniatura, nuevas composiciones de los colores para la imitación del reino vegetal inventados en la Real Expedición para su Flora», en la que se consignaron trece fórmulas cromáticas que dieron lugar a los matices con los que se clasificó alrededor de 20.000 especies vegetales y 7.000 animales en lo que hoy es Colombia.

Passiflora laurifolia. Lámina de la Expedición Botánica (1783-1816)
Esta expedición permitió la consolidación de la autonomía científica de Santafé respecto a Madrid (Vozmediano). Con ello, no es de sorprender que, pocos años más delante, el naturalismo científico y el despertar nacionalista fueran dos de los principales motivos de la pintura en el siglo de fundación nacional. Durante la primera mitad del S. XIX los pintores se dieron a la tarea de reproducir "el testimonio espontaneo y directo del hombre y del paisaje, sin mixtificar la objetividad que el país ofrece" (Barney Cabrera), como una herencia de la ambición estética de Mutis por documentar con precisión milimétrica las formas de la naturaleza y, en especial, de hacerlo con los colores mismos del paisaje con el que trabajaba.

Hamellia. Lámina de la Expedición Botánica (1783-1816)
Por su parte, los escritores del XIX en Colombia, que tenían fuertes influencias románticas, expresaban sus emociones y sus estados mentales a través de la naturaleza. De manera que cuando el paisaje era el protagonista de sus narraciones lo pintaban no con los pigmentos mismo del paisaje, como hicieron los botánicos, sino con los colores que tenía el propio escritor en su alma. Esto se ve a lo largo de la novela María de Jorge Isaacs en la que la luminosidad del paisaje oscila entre los más brillantes matices del enamorado y los grises más fúnebres que anuncian el destino de su amada. En el Capítulo II de esta obra hay una descripción detallada del paisaje del Valle en la que Isaacs se detiene en los matices cromáticos, la descripción geográfica y enuncia algunas especies de flora tradicionales de la región:
El cielo tenía un tinte azul pálido: hacia el oriente y sobre las crestas altísimas de las montañas, medio enlutadas aún, vagaban algunas nubecillas de oro, como las gasas del turbante de una bailarina esparcidas por un aliento amoroso. Hacia el sur flotaban las nieblas que durante la noche habían embozado los montes lejanos. Cruzaba planicies de verdes gramales, regadas por riachuelos cuyo paso me obstruían hermosas vacadas, que abandonaban sus sesteaderos para internarse en las lagunas o en sendas abovedadas por florecidos písamos e higuerones frondosos. Mis ojos se habían fijado con avidez en aquellos sitios medio ocultos al viajero por las copas de añosos guaduales.
En la siguiente acuarela de la serie Arrozales (2018) el pintor colombiano Antonio Patiño Santa recrea un paisaje de la misma región que describe Isaacs en el pasaje citado. se pueden apreciar en primer plano las piscinas para sembrar arroz separadas por bordas, que son las divisiones de tierra. Mientras que al fondo se aprecian samanes, chiminangos, guásimos y el que está florecido es Erythrina Fusca, un árbol de písamo (Sobre la Erythrina fusca, Písamos). Con ello puede verse que, aunque las tierras responden a una función de producción más industrializada -aunque no precisamente industrial- que en la época en la que se ambienta María, las especies de árboles siguen presentes y mantienen en el paisaje de esta región los tintes cromáticos que fueron descritos por Isaacs en ese pasaje.

En el mismo juego cromático, dice Isaacs en el capítulo IX de su novela que "Las verdes pampas y selvas del valle se veían como al través de un vidrio azulado".
En su experiencia como pintor y paisajista Antonio Patiño, al recorrer las diferentes regiones, ha encontrado que cada una tiene su propia luz y cada paisaje tiene su propia escala cromática. Por eso su proyecto artístico se distancia del de muchos pintores que, al igual que los escritores del XIX, pintan con una paleta representativa que identifica la esencia del autor. En su lugar, Patiño se ha propuesto pinar "el color de Colombia", y para cada una de sus obras emplea la paleta de colores que le indican la luz y los matices que cada paisaje que pinta. Aunque este autor se afirma autodidacta, no cabe duda de que el paisaje mismo es su maestro cromático.
Como publicó el diario El País en enero de 2003: "El realismo de las orquídeas catleyas, la humedad del campo después de la lluvia, la bruma en un amanecer quindiano, el sopor del mar Pacífico, el olor de un jardín vallecaucano o el rayo de luz que cae sobre la pared roja y el balcón de madera de una casa cartagenera. Todo esto parece vivo, como visto desde una ventana" (Patiño, el pintor de las verdades). Además de sus formas hiperrealistas, lo que dota de vida a la naturaleza en las pinturas de Antonio Patiño es que en estas se recrean con precisión los colores a la luz del paisaje colombiano.
Más sobre el artista:
Centro Virtual Isaacs: https://cvisaacs.univalle.edu.co/plastica/antonio-patino-santa/
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